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por Pragmatona:


ReikiCada vez con más frecuencia, desde el Facebook hasta en los espacios públicos como el metro de la Ciudad de México, he observado la creciente promoción de una técnica oriental de “medicina” alternativa denominada Reiki. Ya de por sí, la etiqueta de “Medicina” Alternativa, es suficiente para despertar toda clase de sospechas, sobre todo después de que bajo esta misma categoría, se ubican la acupuntura, la quiropraxia y la homeopatía (de la cuál ya he hablado en anteriores ocasiones, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). Aún así, también consideré necesario analizar de qué se trata exactamente el Reiki, antes de poder clasificarlo como una pseudomedicina basada en superstición.

Afortunadamente, no me llevó mucho tiempo.

Presentando el caso.

El sospechoso.

El Reiki es en una “técnica” espiritual iniciada en 1922 por un budista japonés de nombre Mikao Usui. La esencia del Reiki, es que los practicantes son capaces de canalizar la energía del universo (reiki) a través de las palmas de las manos, para transformarla en una forma de energía que utilizan todos los seres vivientes (ki), lo cuál de alguna manera trae equilibrio al cuerpo y le permite sanarse a sí mismo.

A pesar de que diversas fuentes pueden dar distintas definiciones con diversos grados de sofisticación y misticismo, el reiki se reduce en esencia a sanación energética mediante las manos (aunque también se habla de una modalidad remota).

Los cargos.

Existen dos problemas evidentes y graves en los principios bajo los cuáles se supone funciona el Reiki:

  1. El Reiki asume la existencia de un tipo de energía, el ki, de la cuál es imposible obtener alguna medida cuantitativa para demostrar siquiera su existencia. Es decir, es una especulación basada en la concepción vitalista; si por principio de cuentas no es posible demostrar la existencia de un tipo de energía vital, tampoco es posible demostrar que funcione una técnica que utiliza este concepto como uno de sus principios fundamentales.
  2. Pero suponiendo que el ki existe, el segundo problema es más grave, y consiste en que sus practicantes no han propuesto ningún mecanismo plausible, por el cual la canalización de este tipo de energía afecte al cuerpo humano en algún sentido. ¿Qué mecanismos de interacción ocurren a nivel fisiológico en el cuerpo humano en presencia del ki, que le permiten recuperarse de algún padecimiento? ¿Qué tal que la canalización de la energía del universo a través del cuerpo humano en lugar de ayudarlo, lo perjudica? En resumidas cuentas, no existe un mecanismo científicamente plausible por el cual el reiki pueda funcionar.

Un problema adicional, consiste en que aún en el caso de que se asuman, tanto la existencia de la energía vital, como el efecto positivo de esta sobre la fisiología del cuerpo humano, ¿qué evidencia se tiene de que, sometido a los mismos estándares de otros tratamientos médicos, el Reiki funciona? Parte de esta evidencia, será presentada más adelante en esta entrada, pero en sentido contrario, para demostrar que el Reiki NO funciona.

La defensa.

Los practicantes del Reiki y otros promotores de las llamadas terapias alternativas, han desarrollado una forma de argumentación que intenta dar la vuelta a los problemas planteados anteriormente.

La primera estrategia, a cargo de instituciones como el National Center for Complementary and Alternative Medicine (NCCAM), en los Estados Unidos, consiste en dividir a la energía arbitrariamente en dos clasificaciones: 1) en primer lugar, la energía real ( de la traducción al inglés de veritable) y 2) la energía supuesta (de la traducción al inglés de putative).

En su sitio elaboran la diferencia (el énfasis es mio):

La energía real, emplea vibraciones mecánicas (como el sonido) y fuerzas electromagnéticas, incluidas la luz visible, el magnetismo, la radiación monocromática (como los rayos láser) y rayos de otras partes del espectro electromagnético. Involucran el uso de frecuencias y longitudes de onda específicas y medibles para tratar a los pacientes.

En contraste, la energía supuesta ha escapado a la medición, a la fecha, por métodos reproducibles. Las terapias que involucran campos de energía supuesta, se basan en el concepto de que los seres humanos están envueltos por una forma de energía sutil. Esta forma de energía es conocida bajo distintos nombres en diferentes culturas… Se cree que la energía vital fluye a través del cuerpo material, pero no ha sido inequívocamente medible por medios de instrumentación convencional. Aun así, los terapistas afirman que pueden trabajar con esta energía sutil, verla con sus propios ojos y usarla para efectuar cambios en el cuerpo material para influir en la salud.

El procedimiento.

Es notable que incluso algunas instituciones promotoras, tienen dificultades hasta para definir qué es y en que consiste el Reiki. No sólo eso, sino que como en el caso del NCCAM de los Estados Unidos, se ven obligadas a admitir que los principios del Reiki no tienen fundamentos científicos y que la forma de energía que asumen como mecanismo de acción, no se puede detectar ni medir por instrumentos tradicionales.

Sin embargo, bien vale la pena preguntarse si, independientemente de la plausibilidad científica, la terapia tiene algún efecto positivo en la salud de las personas sobre las que se aplica. Para responder la pregunta, se pueden abordar dos caminos:

  1. Diseñar un experimento para determinar si los practicantes de Reiki (y en general, cualquier terapia de tacto que se base en la manipulación de una energía supuesta), son realmente capaces de detectar la energía vital de un cuerpo humano. Si son capaces, como dicen, de detectar el campo energético de un cuerpo humano, entonces eso sería un excelente primer paso para probar la efectividad del Reiki, independientemente de que la energía supuesta, aún no pueda ser detectada por instrumentos de medición modernos y no se tenga disponible una explicación científica detallada de la interacción de esa energía con la salud de un cuerpo humano. En caso de que no puedan, eso minaría irreparablemente la credibilidad de la terapia.
  2. Someter la terapia a la herramienta por excelencia de la medicina científica, esto es, el estudio clínico (explicado brevemente en una entrada anterior, bajo el encabezado Cómo saber si un tratamiento funciona?). En caso de que se pruebe que el Reiki produce efectos positivos más allá del Efecto Placebo, entonces se puede declarar la terapia como empíricamente útil y esperar a que en el futuro, la ciencia determine los mecanismos precisos por los cuales funciona.

En el caso del primer camino, hasta un niño de nueve años puede diseñar un protocolo experimental para determinar si es posible detectar el campo de energía supuesta de un cuerpo humano. Y eso es exactamente lo que pasó.

Visualización del experimentoLa evidencia I.

El 1996 una niña estadounidense de 9 años de nombre Emily Rosa, vio un programa sobre sanación con las manos o Terapeutic Touch (cuyos principios son esencialmente los mismos que los del Reiki) en la que se afirmaba que los practicantes podían manipular esa energía para tratar enfermedades. La suspicaz niña, quiso poner a prueba las afirmaciones y verificar si realmente los practicantes podían sentir el campo energético del cuerpo humano.

Diseño un protocolo experimental extremadamente sencillo, pero que permitiría despejar más allá de toda duda, si los practicantes podían detectar el campo energético de un cuerpo humano, mediante las palmas de las manos. El experimento consistía en colocar una pantalla opaca entre el experimentador y el practicante; la pantalla tendría dos orificios por los cuales, el practicante introduciría ambas manos. Del otro lado de la pantalla, el experimentador decidiría aleatoriamente, colocar una de sus dos manos cerca de una mano del practicante, y pediría que, mediante la detección del campo energético, identificara en qué lado estaba ubicada.

Si el practicante era capaz de ubicar la mano correcta la mayoría de las veces, entonces se podría afirmar que la energía supuesta que rodea el cuerpo humano, existe y es detectable. De otra manera, si el practicante no se desempeñaba estadísticamente mejor que una persona haciendo adivinanzas, entonces las afirmaciones de los practicantes eran falsas.

Los resultados mostraron claramente que los practicantes no se desempeñaron mejor que el azar, por lo que Emily concluyó efectivamente que el concepto del campo energético del cuerpo humano carecía de bases científicas, y por extensión, las terapias de tacto como el Reiki. Para 1998, con ayuda de sus padres y con la asesoría de Stephen Barret, logró publicar los resultados de su experimento en The Journal of the American Medical Association, siendo hasta el día de hoy, la persona más joven en haber logrado publicar un artículo en una publicación científica auditada[1].

La evidencia II.

Aún más contundente, es la evidencia proveniente de una revisión sistemática, a cargo de Edzard Ernst[2], de más de 200 estudios clínicos destinados específicamente a determinar la efectividad del Reiki. De los 205 estudios potenciales, sólo 9 de ellos cumplieron los criterios de selección del investigador y sus conclusiones analizadas cuidadosamente para determinar en base a ellos, la efectividad o no, del tratamiento en cuestión. Los resultados de la revisión sugirieron como conclusión que la evidencia disponible no permite afirmar que el Reiki sea un tratamiento efectivo para ninguna enfermedad[3].

El mismo Edzard Ernst, en una nota de opinión recientemente publicada en The Guardian, da cuenta de otro estudio clínico publicado este año, que muestra que el Reiki, administrado a pacientes con cáncer, no presentaba mejores resultados que una terapia placebo. Y en términos prácticos, cuando una terapia no brinda resultados significativamente mejores que el placebo, se puede afirmar con toda seguridad, que no sirve.

El veredicto.

¡No sirve!

No se ha mostrado que sus principios fundamentales, como los campos energéticos del cuerpo humano, existan. No se ha mostrado empíricamente que el Reiki funcione para ninguna enfermedad, ni en estudios clínicos serios, ni en revisiones sistemáticas. No hay ninguna explicación científicamente plausible de los mecanismos bajo los cuáles la energía supuesta pudiese tener una influencia positiva en el cuerpo humano.

El fino arte de hacer el ridículo.

FacepalmEs verdaderamente lamentable observar, gracias a la credulidad y nula capacidad de pensamiento crítico del grueso de la población mexicana, la proliferación de esta clase de charlatanes. Peor aún, es darse cuenta de que las instituciones públicas en México que deberían educar y proteger a la población de los charlatanes y mercachifles sin escrúpulos, son tan ignorantes, crédulas e impresionables como el peor informado de los individuos que se supone ayudan, educan y defienden. Para ilustrarlo, basta ver los ejemplos:

Es más o menos fácil para cualquier persona con acceso a internet y con el mínimo de alfabetismo científico, darse cuenta de que el Reiki es un despropósito, una terapia alternativa chatarra que no sirve para absolutamente nada (lo difícil es que la gente de estas características, es aún una insignificante minoría).

Sin embargo, eso no impide que miles de individuos crédulos, practiquen, tomen cursos, o promuevan esta tomada de pelo. Ordenes de magnitud más grave es, sin embargo, que el Centro Médico Nacional Siglo XXI, a cargo del Instituto Mexicano del Seguro Social, hospede en su Unidad de Congresos, cursos de Reiki Tibetano.

Comercial Reiki en el metro de la Ciudad de México

Comercial Reiki

Es decir, la institución de salud pública más importante del estado mexicano, abriendo sus puertas a charlatanes promotores de tratamientos absurdos, que no solamente son inservibles, sino que son potencialmente peligrosos, al distraer con superstición a los pacientes, demorando o impidiendo la aplicación de tratamientos efectivos.

Y está bien, quizá la Unidad de Congresos no deba ser tomada en cuenta como único elemento para juzgar la integridad de la institución, pero es imperdonable que se permita utilizar la figura del IMSS para darle credibilidad y audiencia inmerecida a una terapia supersticiosa y sin ningún fundamento científico. Las autoridades de salud pecan en el mejor de los casos, de omisas e incompetentes y en el peor, de ignorantes e incompetentes.

Por último, una crítica dura y enérgica está absolutamente justificada, si se observa la misión institucional en la página de la Unidad de Congresos:

Ser un recinto que fomente la realización de eventos organizados por órganos institucionales, grupos externos y público en general, de tipo científico, social, cultural, educativo y de otra índole que no comprometan y afecten la imagen institucional, a través de instalaciones y servicios de alta calidad.

Si eso es lo que tenían en mente como misión institucional, vaya que han fracasado miserablemente.

Referencias y notas:

  1. Linda Rosa, Emily Rosa, Larry Sarner & Stephen Barrett. A Close Look at Therapeutic Touch. The Journal of the American Medical Association. 1998.
  2. La primera vez que leí el nombre de Edzard Ernst, fue hace más de un año, cuando leí el libro Trick or Treatment: The Undeniable Facts about Alternative Medicine; era uno de los autores, junto con otro de mis divulgadores de ciencia favoritos, Simon Singh. Este investigador, recientemente retirado, lleva años estudiando medicinas alternativas en una universidad británica. En sus inicios, no solamente era un creyente acrítico de la efectividad de las medicinas alternativas, sino un practicante activo; hasta que su trabajo lo obligó a revisar cuidadosamente la evidencia de la efectividad de terapias como la homeopatía, la acupuntura, la quiropraxia, la medicina herbolaria y una enorme lista de otros tratamientos que se detallan en los anexos de Trick or Treatment. Para su desgracia, todas las terapias resultaron ser inservibles y pronto se enfocó el mismo a estudiar la efectividad de las llamadas “medicinas” alternativas, desbancando en el proceso a muchas de ellas. Es uno de los mejores ejemplos de una persona que, comprometida con la verdad, da más peso a la evidencia objetiva que a las opiniones y prejuicios personales.
  3. Edzard Ernst, et al. Effects of reiki in clinical practice: a systematic review of randomised clinical trials. International Journal of Clinical Practice. Volume 62, Issue 6, pages 947–954, June 2008.

Publicado simultáneamente en Drops on the Moon por Tonatihu Díaz (@pragmatona).

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